domingo, 27 de septiembre de 2009

De trucos con la lengua

Serie Gritos y susurros
Parte 1 

[Cumpliendo con lo prometido a cierta chica desentendida en ciertos asuntos, publico este artículo.]

ADVERTENCIA: El texto que viene a continuación ha de ser leído en voz alta. Quien adolezca de timidez por favor absténgase de leer esto en público; quien, por otro lado, considere normal exhalar sonidos desesperadamente, continúe con total tranquilidad. La información que procedo a facilitar es de altísima importancia para quien esté interesado en desarrollar habilidades con la lengua más allá de las usuales. Se sugiere calentar un poco lengua y labios como a criterio del lector más convenga. Asimismo, advertir a quienes se encuentren cerca del computador de que no se trata de algo indecente ni zafado. También es bueno servirse un vaso de agua.

Comenzaré con una pequeña narración:

El profesor se ha quedado solo con su estudiante y ha aprovechado la ocasión para dar una lección que obligará a la muchacha a emitir sonidos que con poca probabilidad se atrevería a emitir frente a sus padres. A gritar cosas que sólo los entendidos entienden. A disfrutar con él de lo que pueden hacer juntos, y que cada vez será más completo, variado y placentero. Le dice: «¡Vamos, grita, grita fuerte, que yo sepa que lo sientes en los labios, en la lengua, en la garganta! ¡Vamos, abre grande, mueve los músculos y deja que salga lo que deba salir!» Y es que el profesor es un hombre muy profesional, que se toma sus asuntos en serio y quiere que sus estudiantes se sientan satisfechos, quiere enseñarles las cosas como deben ser para que después puedan valerse por sí mismos. Además, la lección de fonética francesa es una de sus favoritas.

El profesor de francés y la estudiante, una chica un poco tímida pero muy entusiasta, son dos son personajes que acabo de inventar para llamar un poco más vuestra atención. Ahora sí, a lo que vine esta vez. Cuando publiqué el artículo Ĉu Vi komprenas?, en el resumen que puse en Facebook una amiga comentó: «Pues estuvo bien divertido, yo le hubiera agregado un poco más de humor negro. Eso sí, maravillosos los fonemas, pero mejor aún sería saber decirlos, me encontré frente a la triste realidad de no poder pronunciar nada…» Entonces le prometí que publicaría el truco. (Está a punto de comenzar la parte que os hará sonar ridículos. Advertid a los cercanos, por favor, de que no estáis intentando aprender el idioma de los monos.) El truco consiste en dos conocimientos fundamentales.

1. Aparato Fonador. Hay que saber cómo se pueden acomodar los músculos y huesos de la boca, y cómo se puede dejar salir el aire; principalmente, saber cerrar los labios y saber dónde se puede poner la lengua dentro de la boca (por fuera ya es asunto ajeno a lo que no sea introducción llamativa). Conocer los puntos de articulación y los modos de articulación. Antes debo definir fono: así por encima, cada uno de los sonidos mínimos que podemos emitir, como cada vocal o cada consonante. Y ahora comenzamos por partes.

Gorila lenguaPrimero una pregunta: ¿cómo es más fácil recordar los personajes de una historia cuando son hartos? ¿Cuando salen todos de una vez o cuando salen uno por uno? La respuesta es obvia, y por eso generalmente prefiero presentar cada personaje en su turno y mostrar unas cuantas de sus hazañas de manera que quede una imagen de él que será mantenida, y gradualmente modificada, claro, hasta el final de la historia. Esta forma de presentación me ha traído problemas para introducir a los personajes de este artículo, hasta que he sido iluminado con una decisión: así como el artículo sobre heráldica quedó partido en dos –y posiblemente en más para el futuro–, el presente texto será el primer capítulo de la serie Gritos y susurros. Comenzaremos con gritos; con vocales, por aquello del idioma de los monos.

¿Qué es una vocal? Muy bien, Pepito, es lo que no es consonante, ¡pero no me sirve! Una vocal es un sonido que se emite dejando pasar el aire libremente a través de la boca. Internacionalmente se define como un núcleo silábico; es decir, como el fono (sonido) que determina la existencia de una sílaba. ¿Y cuántas vocales hay? Muy bien, Pepito, cinco… en español. En total son por lo menos veintiocho. La diferencia depende de tres factores: altura, fondo y redondez; los dos primeros están asociados a la lengua, y el último, a los labios, y son bastante más fáciles de entender de lo que parece. La altura es la cantidad de espacio que hay entre la lengua y el paladar: más alto, más cerca (y no es el emblema de los juegos olímpicos); ahora debéis comenzar a hablar gorila: bajad y subid la lengua, acompañada de los labios, dejando escapar el aire, ¡y que suene! ¡Hay que imitar al monito!

El fondo es la cantidad de espacio entre la lengua y el labio inferior: más al fondo es más lejos; ahora jugad con el fondo, y cuando se vuelva monótona la cosa mezclad fondo y altura. Por último, la redondez es una cualidad bivalente: redondeado o no redondeado. Por ejemplo, la o española es redondeada, y la i no lo es. Jugad con la redondez (sólo hay dos opciones si la lengua permanece quieta), y luego mezcladlo todo hasta que los presentes hagan cara de estar viendo al eslabón perdido. Estáis listos para la parte de memoria.

2. Alfabeto Fonético Internacional. Hay que saberse de memoria los símbolos que representan los sonidos, o disponer de una tabla que los muestre. Esta que viene es la de las vocales, y se entiende fácilmente viéndola con la cara apuntando hacia la izquierda: una vez hecho eso, las posiciones de la lengua corresponden a las posiciones de los símbolos: lengua alta, media alta, media baja y baja; lengua al frente, en el centro, atrás. Los símbolos que aparecen por parejitas se articulan con la misma posición de la lengua, pero el fono representado por el símbolo de la derecha es redondeado; el otro, no.
Vocales

Debo mencionar otros cuantos símbolos, y como ejemplo usaré una palabra en español plagada de vocales, “caería”. La Asociación Fonética Internacional asignó los paréntesis angulares para lo escrito, como <caería>; las barras para lo pronunciado en el idioma determinado, como /ka.e’ɾi.a/; los paréntesis cuadrados, o corchetes, para lo pronunciado exactamente, como [ka.e’ɾi.a] (en rigor, debería haber una punta que une por debajo la [a] y la [e], indicando que el hablante las comprime en la misma sílaba; entre otras cosas…). El punto indica separación de sílabas, aunque por lo general resulta innecesario. El apóstrofo se ubica antes de la sílaba tónica para indicarla, y cumple a la vez la función del punto; como cuando un párrafo termina con pregunta y el punto del signo de interrogación se usa de una vez como punto a parte. ¿No os fastidia, como a mí, cuando alguien pone punto luego de interrogación?

Así, las vocales que usamos en español son /a/, /e/, /i/, /o/ y /u/, y si las metiésemos en paréntesis cuadrados tendríamos que hacer unas modificaciones pequeñas con signos diacríticos (esos que van arriba, abajo o pegados a las letras, como la tilde española), porque no son exactamente ésas. Pero el casi es chiquitito. En francés, por ejemplo, se usan además la [y], la [ɛ], y otras varias, entre ellas las nasales, que son lo mismo que éstas pero sacando aire también por la nariz, y se representan con una tilde (así se llama), como [ã]. Los idiomas urálicos, como el finés, el turco o el húngaro, tienen unas reglas muy interesantes respecto al uso de sus ocho vocales, que consisten en separarlas en tres grupos de manera que hay dos de ellos que no pueden tener representantes en la misma palabra. Para el siguiente chisme vocálico: una raíz es un conjunto de fonemas (clases de fonos equivalentes en un mismo idioma, como [a] y [ɑ] en español) que obtienen significado en un idioma determinado, pero no tienen por lo general función en la oración, como “cas” para “casa”, “casas”, “caserío”,… El chisme: en árabe las raíces suelen ser tríos de consonantes, y la función de una palabra en la oración depende de las vocales que tenga, en el orden en que las tenga, atravesadas entre las consonantes; a diferencia del español, por ejemplo, que determina la función de una palabra mediante su terminación.

Ah, y respecto a trucos con la lengua, lo siento, pertenezco al selecto grupo de personas que por genética no podemos ni doblarla en rollito. Pero puedo hablar francés, chicas, y eso implica un buen entrenamiento.