martes, 3 de septiembre de 2019

Es solo una palabra

[Estaba redactando otro artículo, sobre el desarrollo y la regulación de las lenguas naturales, y me extendí tanto en un detalle particular algo desviado del centro que decidí hacerle un artículo propio. Creo que, además, lo merece. Será un artículo corto para despejar una duda de importancia crucial para un montón de gente quisquillosa: la tilde perdida de solo. El preámbulo ayuda a contextualizar, pero la explicación concreta está autocontenida desde el asterisco, donde está la imagen, por si alguien quiere asomarse de una vez.]

Ganaré amigos y enemigos, como con todo en la vida. Tal vez más enemigos que amigos, como con todo lo que vale la pena en la vida. Pero, si todo sale bien, confío en que ganaré solo aliados. Y si no sale bien, al menos sé que los enemigos que obtuviere serán criaturas de irrefrenable contumacia, de esas que son enemigos de todo el mundo sin importar razones. Preparad vuestras adargas y alabardas.

(Exagero, claro. Quería un comienzo sentencioso.)

Parece que alguna vez visité el futuro. Un día supe, no recuerdo cómo, que las tildes de fue, dio y fe habían sido eliminadas; que la v se llamaba uve y la y, ye; que ch y ll no eran más consideradas letras; que solo ya no llevaba tilde en ningún caso. Viví un tiempo bajo esos cambios, que estaba seguro de haber leído en alguna parte, y después, en 2010, la RAE y la ASALE anunciaron una reforma ortográfica que contenía esas cosas y otras, como si no hubieran estado antes. ¿Vi el futuro? ¿Cayó por accidente en mis manos un borrador del proyecto que luego borraron de mi memoria sin borrar su contenido? ¿Tengo conexión telepática con Víctor García de la Concha? No lo sé, pero para mí esos cambios no fueron una sorpresa; o sí, pero no por su contenido, sino por su tardanza.

Algunos de esos cambios se explican solos. Guiontruhanfue y otros monosílabos perdieron una tilde inútil, y ―debemos estar de  acuerdo― eso de quitarse de encima lo inútil siempre vale la pena. Otras tildes útiles, como ésta aquélla, eran innecesarias; redundar en ellas es arriesgarse a tratar de bruto al lector (y esto, muchas veces tan merecido, es siempre incómodo). Eso de be larga y ve corta y lo de i latina e y griega es quitarles personalidad a unas letras que... no la tienen, porque se pronuncian igual, pero al menos concedámosles nombres distintivos. (Algunos pronunciamos diferentes la b y la v, pero ese no es el estándar oficial en español.) Pero sobre todo, los nombres que quedaron eran ya usados por muchos hablantes. Un cambio que causó revuelo y protestas, memes y burlas, llantos e improperios fue la tilde de solo. Esa reforma era necesaria, y pretendo dejar muy claro por qué. Atención, que el discurso es completo.

El alemán es fácil: usa palabras idénticas para adverbios y adjetivos; es decir, alegre y alegremente se dicen igual, fröhlich. Siendo una lengua tan lógica, tiene algunos dispositivos para que la diferencia se note, como la concordancia del adjetivo con el sustantivo y el artículo según la declinación, o el orden estricto de los sintagmas, o que solo son idénticos si el adjetivo es predicativo, atributo explícito, y en ese caso no hay riesgo de que se tome por adverbio... O sea, el alemán no es fácil.

El español tiene un dispositivo morfológico mucho más sencillo para resolver ese problema; consiste en agregar el sufijo -mente a la forma femenina del adjetivo; o sea, para convertir tímido en adverbio se construye tímidamente. El inglés lo tiene aún más fácil, porque sus adjetivos son invariables, y cuando desea transformarlos en adverbios, les añade el sufijo -ly; así, convierte kind (amable) en kindly (amablemente), o terrible en terribly. Dicen que Gabriel García Márquez rehuía de los adverbios acabados en -mente. Prefería decir de manera..., al menos hasta justo antes de que sonara excesivo.

* Tanta preocupación gramatical carece de sentido en el habla cotidiana, donde se pierden los rigores académicos porque de eso se trata precisamente; allí, el español hace lo mismo que el alemán. Dice "voy a hacer una vuelta rápido" cuando debería decir "voy a hacer una vuelta rápidamente", o "yo puedo hacer eso fácil" cuando debería decir "fácilmente". Incluso, "hacer fácil" tiene una interpretación diferente con fácil como adjetivo, equivalente a "facilitar". Otro ejemplo: "diré solo una palabra", cuando debería decir "solamente". Es un fenómeno admitido desde hace siglos, usado en el lenguaje académico con naturalidad, y ya en esas, una reforma ortográfica tiene tres opciones: un equilibrio, un despropósito y un acto de soberbia.

El despropósito sería generalizar la norma: poner tildes en cada adjetivo cada vez que se lo use como adverbio: «vamos a pasarlo geniál», «el joven se portó discréto», «el señor duerme muy cőmodo en ese sillón». Algunos ya traen su propia tilde, sí, pero eso es lo de menos. Lo que pasa es que si nos vamos a ir de quisquillosos con la distinción entre adjetivos y adverbios, mejor no quitemos el -mente en primer lugar. Y «pasarlo genialmente» no suena genial.

El acto de soberbia sería tratar de manera especial a solo, como si no fuera una palabra más. ¿Por qué darle preferencia? ¿Para "conservar la tradición"? Los toros muy bien saben que ese nunca es un buen motivo. ¿Porque algún libro lo dice? La historia sabe que ese tampoco. Otra solución es la del alemán y otras lenguas, tener una palabra distinta que significa solamente, pero como eso no existe en español, crearla de la nada también sería un trato preferente e iría en contra de la construcción social del lenguaje (el tema del artículo en preparación del que salió esto).

El equilibrio es la homogeneidad, el trato igualitario, el bajar de su trono al tirano: que solo signifique, sin ninguna modificación, tanto el adjetivo que es como el adverbio recortado en que se lo convierte a la fuerza, del mismo modo que rápido también se usa sin apéndices para decir rápidamente. Frases ambiguas como «me siento bien solo cuando estoy contigo» se pueden arreglar redactando de otra manera, que ya es el siglo XXI y eso de casarse también es pura tradición.

Escribí todo este artículo (salvo este párrafo, obviamente, y uno que otro retoque final) sin saber si el razonamiento que presento aquí fue al menos parte de las consideraciones que tuvo en cuenta la RAE para tomar su decisión. Lo iba a publicar anoche, pero ¿a quién no se le convierte un lunes de trámites burocráticos en un lunes de cerveza para despedir a un amigo? Hoy, en medio de uno de esos trabajos espontáneos que me resultan, providencialmente quedó en mis manos un ejemplar de la última edición de la Ortografía de la Lengua Española, que no tengo en casa (¡infamia!, esto debe arreglarse de inmediato), y busqué la sección correspondiente. Mis argumentos están validados; cito el fragmento:
[...] en el mismo caso que solo se encuentra, por ejemplo, la palabra seguro, que puede ser tanto un adjetivo ('exento de peligro') como un adverbio ('seguramente'), y puede aparecer en enunciados ambiguos como Pedro trabaja seguro ('trabaja sin peligro', si seguro se interpreta como adjetivo; o 'seguramente tenga que trabajar' o 'con seguridad tiene que trabajar', si seguro se interpreta como adverbio).
Ortografía de la Lengua Española. Espasa-Calpe. Madrid, 2010. p. 270.
En fin, tanto meme en defensa de tildar solo tiene el mismo valor discursivo que la ablación y la homofobia. Y nadie quiere eso. Más bien dormid rico, y soñad con toros en libertad.