viernes, 31 de julio de 2009

Detrás del papel (no apto para tuertos)

Los mismos dibujos animados se valen de efectos de profundidad para generar sensación de realidad y núcleos de atención. Cuando hay un personaje delante de otro con respecto a la cámara, el del frente habla, y ese que habla está nítido, mientras el del fondo está borroso; cuando habla el segundo, se hace un cambio gradual del enfoque ficticio hasta que el del fondo queda completamente nítido, y en consecuencia el del frente se ve borroso. Así funciona nuestra vista, mientras ambos ojos nos funcionen, y además de verse borroso, si la distancia entre el nivel no enfocado y el enfocado es lo suficientemente grande, aquél se ve duplicado, porque la luz proveniente de allí llega a cada ojo desde un ángulo distinto, así que las retinas no la reciben en puntos correspondientes y las imágenes se yuxtaponen. Haced la prueba con un dedo y una pared como personajes; seguramente varios lo necesitaréis para más tarde.

Yo era famoso en el colegio (que no es muy grande). Dirigí la emisora durante un tiempo, así que mi voz sonaba a diario y si alguien quería hacer algo allí debía buscarme; fui representante estudiantil al Consejo Directivo; tenía un hermano y una hermana en cursos no muy inferiores, por lo que sus amigos y compañeros me conocían; soy alto y llevaba el cabello largo desde segundo o cuarto grado (seguro tercero no, eso sí lo recuerdo); y bueno, me hacía mis amistades… Pero inicialmente tuve una pequeña fama debida a los curiosos objetos que llevaba de vez en cuando y respecto de los cuales poseía habilidades. Ahora sólo recuerdo tres de ellos, pero seguramente hubo más: el cubo rúbik, las bolas chinas y los libros de estereogramas. El primero todos lo conocemos: ese cubito diseñado por el señor Rubik que a tanta gente nos rompió la cabeza mientras aprendíamos a armarlo, y a muchos les hizo desistir, y a otros nos sigue rompiendo un poco la cabeza para terminarlo. Las segundas son un par de bolitas metálicas con cascabeles por dentro, y el truco con ellas consiste en cogerlas ambas con una mano y hacerlas cambiar de sitio una y otra vez usando sólo esa mano y sin que se caigan ni se toquen, así:
(El video fue tomado un día normal en mi apartemento con la cámara de un amigo que ahora se encuentra en Dinamarca. El sonido de fondo es la música que están escuchando en el computador y las voces de mi hermano y dos amigos, y se pueden oír también los cascabeles. Ese fondo blanco es la hamaca que hay ahora en Tequia. Si os fijáis, me veo reflejado en las bolas con mi suéter naranja, sentado en la hamaca y sosteniendo la cámara con la mano derecha, con la que se supone que soy un poco más hábil, pero un par de días antes me hice una pequeña herida que me duele al jugar con las bolas, y que no se vería bien en el video. Disculpad por el choque en el último pase.)

Hay quienes dicen que se me facilita por el tamaño de mi mano, pero no sólo aprendí teniendo la mano mucho más pequeña, sino que ahora puedo con manzanas y con bolas de tenis.

Los terceros son un par de libros ante los que me sentaba a que me miraran raro fijando la vista en un dibujo extraño sobre el que pasaba los dedos. Y es ahora cuando los dos primeros párrafos se enlazan: las imágenes impresas en estos libros se llaman estereogramas, y las caracteriza el hecho de que se componen de imágenes repetidas con pequeñas variaciones, una después de la otra en barrido horizontal, de manera que si se enfoca la visión en un punto lejano detrás de la hoja, llega un momento en el que las imágenes repetidas se superponen y las pequeñas variaciones producen un efecto de tridimensionalidad. Ahora podéis hacer la primera variación del ejercicio inicial: en vez de usar un dedo, usad dos, y notaréis que al enfocar la vista en el fondo en algún momento veréis tres dedos, el del medio formado por la superposición de dos imágenes, una por cada uno de los dedos reales, una por cada ojo. (También funciona hacer bizcos, como podrá entenderse, pero la imagen se ve invertida.) La primera imagen de muestra que traigo lleva dos puntos en la parte superior, que sirven de guía (como los dedos) para quien comienza a aprender a visionar, que es el término correcto para esto; es una imagen sencilla, un corazón, en la que se nota el diseño repetido. La que sigue es un poco más complicada de diseñar, no de visionar: una amazona montando su caballo, y como dice Juan Luis Guerra: no sé si está desnuda o tiene un solo vestido.
Corazón Jinete

Ninguna de estas dos imágenes proviene de los libros; son de dominio público obtenidas en la red.

Anteayer, miércoles veintinueve de septiembre de 2009 según el calendario gregoriano, varios días después de comenzar a redactar este artículo, aprendí a visionar. Creí que ya lo sabía, pero descubrí que siempre lo había hecho mal, y después de un buen rato de intentarlo, aprendí a hacerlo correctamente. Más arriba menciono que si se cruza la mirada la imagen se verá invertida; pues bien, descubrí que es eso lo que yo hacía, y por eso a veces me extrañaba cuando decían que algo estaba más arriba cuando yo lo veía más abajo. Sé que debería darme vergüenza, y sí, me da. Pero ya está solucionado, y ahora sí tengo criterio para seguir escribiendo. Por cierto, el descubrimiento lo hice precisamente leyendo uno de los libros a los que vengo a hacerles propaganda; se titula Dimensiones ocultas, lo elabora Dan Dyckman –lo escribió y no sólo diseñó las imágenes por computador, sino también el software para hacerlas–, lo traduce Gloria Méndez Seijido y es editado por Blume. Dice que está prohibida su reproducción total o parcial sin permiso del editor, pero como no hago esto con ánimo de lucro haré un par de reproducciones que retiraré si me molestan por ello. El párrafo revelador fue éste: «Si te ocurre justo lo contrario, es decir, observas una imagen que se forma fuera en lugar de dentro de la pagina, estás poniendo en marcha lo que se llama el método inverso. Tu mirada no está relajada sino cruzada.» Y es que el truco es relajar la mirada y fijar la vista tras la imagen, como si ésta fuera un vidrio y del otro lado estuviera la escena principal. ¡De lo que me estaba perdiendo por creer que lo tenía todo!

El otro libro no se encuentra ahora en Tequia, pero sus referencias se encuentran en la red (las del primero no, las busqué incluso en la página de Blume para solicitar permiso de reproducción): se llama Estereograma. El secreto de las 3-D, también editado por Blume, con prólogo de Howard Rheingold, en el que se explica detalladamente cómo se construyen los estereogramas. Esa información se encuentra en la red, de todos modos, y el principio, que ya expliqué en el tercer párrafo, es muy sencillo: una imagen por cada ojo. Las portadas de los libro son las que siguen; en la primera hay una cuerda cerrada que debe ser desenredada mentalmente para determinar si hay o no nudo, y no diré que hay la segunda:

Dimensiones Ocultas 3D


Tengo una pequeña galería en mi SkyDrive que cargué para este artículo. He logrado hacer algunos estereogramas con el programa 3D Miracle, que es muy fácil de manejar y se puede descargar con su compañero 3D Monster, que sirve para diseñar las figuras (aún no aprendo a usarlo, hay que tener conocimientos de modelado en 3D con otros programas). Remito además a una excelente galería. Para llamar la atención termino con una mujer desnuda, vista por delante y por detrás —está ahí, detrás de la pantalla—. Y por fin acabé. Llevo ya dos madrugadas soñando con que me ponen a prueba en mundos tridimensionales que aparecen detrás de hojas planas.
Desnuda

martes, 21 de julio de 2009

Rol: Red (teatro con enlaces)

(De fondo una telaraña. Adrián en el centro del escenario bajo una luz cenital.)
Adrián. – Una red es una generalización de una sucesión: es decir, en vez de usar los números naturales, utilizamos cualquier conjunto dirigido, sin importar su numerabilidad.
Coro.(Voz en off.) ¡Qué!
Adrián. – …, exclamarán medio atónitos los no entendidos en matemática universitaria más o menos avanzada, no apta para ingenieros. Explico, no es tan difícil: imaginemos una fila del Instituto del Seguro Social, ISS, antigua entidad colombiana famosa por la cualidad de que, por mucho que se madrugara, siempre se llegaba allí a hacer fila en un puesto in(de)terminable. Ahora será fácil suponer que hay infinitas personas haciendo fila, y pensemos en la diligencia que va a hacer cada persona; tendremos entonces una sucesión infinita (o sucesión a secas) de diligencias –nótese que pueden repetirse–, una por cada número natural. Una red es lo mismo, sólo que el conjunto origen ya no es necesariamente el de los números naturales, sino que puede ser uno con más elementos todavía, mientras sea infinito y esté ordenado hacia el infinito. (Esta parte de “infinitos más grandes que otros” es un poco más complicada, aunque no muy difícil de explicar, pero no compete al presente artículo así que será para después.) Se dice que la red converge si a medida que nos acercamos al infinito los valores de la red (las diligencias) tienden a un elemento fijo, que llamamos límite.
En segundo lugar, una red es el elemento usado por Sir Arthur Eddington, famoso astrofísico obviamente británico de la primera mitad del siglo XX, en su libro La filosofía de la ciencia física, para explicarnos cómo funciona el método científico; el ejemplar de Tequia es editado por Editorial Sudamericana, de Buenos Aires, y traducido por Carlos E. Prélat y Alberto L. M. Lelong. La parte a la que quiero hacer referencia es el comienzo del segundo capítulo, que lleva por título Subjetivismo selectivo. He aquí el fragmento principal:
Supongamos que un ictiólogo se dispone a estudiar la vida en el océano y que para esto comienza por echar la red. Obtiene así una redada. Al observarla y tratar de sistematizar sus observaciones procede de un modo análogo al del hombre de ciencia.
El ictiólogo llega así a dos conclusiones:
1) La longitud de todos los animales del mar es de más de cinco centímetros.
2) Todos los animales del mar tienen branquias.
Estas conclusiones son ciertas respecto de su redada, y hace la hipótesis provisoria de que también serán ciertas cualquiera que sea el número de veces que eche la red.
En esta comparación que estamos haciendo la redada representa el conjunto de conocimientos que constituye la ciencia física y la red el sistema de nuestras capacidades respectivas sensoriales e intelectuales que usamos para obtener dichos conocimientos. Siguiendo con la comparación, el echar la red corresponde a la observación, pues todo conocimiento que no pueda obtenerse mediante la misma no es considerado como conocimiento físico.
“¿Así o más claro?” Sólo este fragmento da para ponerse a pensar un rato en lo poco que conocemos del mundo: ¡imaginad el libro!
En tercer lugar, una red es aquello a lo que vine es esta ocasión: una organización de personas en la que no hay jerarquías, sólo distribución y socialización del trabajo. Vengo promocionando la Red Distrital de Personeros Estudiantiles (la Personería Distrital habla de “personeros y personeras”, pero a mí no se me hace tanta vaina), con la que llevo trabajando ya dos años y medio. Es un proyecto de la Personería Distrital que forma parte del proyecto general relativo a los personeros estudiantiles: esas personitas que son elegidas a principio de año y que tan criticadas resultan al final. Pues para que sepan, al menos unas cuantas de esas personitas sí trabajan, y harto. La Red es conformada por todos los personeros de Bogotá, y cuatro personas de cada localidad son elegidas para trabajar en la Mesa Distrital, que es uno de los principales ponentes en el Congreso Anual de Personeros Estudiantiles, el segundo evento estudiantil más grande del país. (Enlazo al primero, que se ve que va a estar bien bueno este año; al menos tiene bonita publicidad.)
Este año, por ejemplo, la Mesa está trabajando cinco Ejes Temáticos, a saber: Cultura, Derechos Humanos, Educación (en el que estoy yo apoyando), Medio Ambiente y Violencia. Cada eje ha de elaborar un proyecto y realizar las actividades que impulsaron su creación. El Congreso resulta, para la Mesa, como una rendición de cuentas de lo que ha hecho en el año y que debe ser presentada a todos los personeros del Distrito. ¿Y qué tipo de cosas se hacen? Eso depende de cada grupo, pero generalmente son actividades de capacitación (buenos cursos cortos, digo yo), participación (cupos en foros, debates, asambleas y otras reuniones de ese estilo), presentación de proyectos a entidades locales, distritales y estatales (secretarías, ministerios, alcaldías…)… Y el grupo mismo hace “actividades de integración”, ya sabéis: ir al Chorro de Quevedo, al Septimazo, a comer algo por ahí,…
Os cuento algo de lo que se está haciendo este año. Derechos humanos está bien empeñado en dos actividades: una obra de teatro para presentar en colegios «con altos índices de violencia», y una capacitación en derechos humanos que se encuentra en período de convocatoria, y así se encontrará hasta que se hayan inscrito por lo menos treinta y cinco personas; si alguien está interesado –hay prioridad para personeros–, o conoce a alguien que crea que lo estaría, la convocatoria está publicada en este enlace, que da a un blog de la Red recientemente creado. Educación está estudiando (nada más obvio) los Decretos 230, que reglamentaba la evaluación y la promoción de primaria y secundaria hasta este año, y 1290, que reglamenta ahora, más el Plan Decenal de Educación, que “sugiere oficialmente” la reglamentación de toda la educación durante el periodo 2007 – 2016, esto para hacer actividades de difusión de su contenido; además está continuando el trabajo que realizaba el año pasado el Eje Temático de Manuales de Convivencia, que consiste en impulsar en los colegios las reformas del Manual que se supone que anualmente han de hacerse, y en generar propuestas para que también haya ciertas reformas en los reglamentos generales acerca de los Manuales. Sé que los otros ejes andan haciendo algo, pero no sé qué andan haciendo; disculparán los miembros, y si alguno leyere esta entrada le pido que comente con esa información.
Se supone que esta misma semana me reuniré con una amiga y compañera de la Red, precisamente la creadora del blog arriba enlazado, para actualizar otro espacio electrónico de los personeros estudiantiles: la página oficial de la Red Distrital de Personeros Estudiantiles. Pronto veréis ahí artículos escritos por los muchachos, fotografías de los eventos, información sobre la red, y todo ese tipo de cosas que hay en las páginas oficiales; eso sí, habrá que cambiar ese aire empresarial del “¿Quiénes somos?”, y poner la cuestión más juvenil (dice esto último con voz de gomelo y sacudiendo hombros y cabeza).
Este año será el XI (léase “décimo primer”) Congreso Distrital de Personeros Estudiantiles. Además de la Mesa, también son postores las redes locales y varias organizaciones juveniles de Bogotá. (Bueno, y normalmente hablan el alcalde, el secretario de educación y el personero distrital; los tres actuales, por cierto, se encuentran ocupados en resolver asuntos judiciales de damageful índole.)
No, no me pagan. Alguna vez, comenzando este año, Andrés Felipe Suárez Sastoque, estudiante de Derecho de la Universidad Nacional, miembro de la Red en 2007, colaborador actual (como yo) del proyecto de la Red, Comisionado Nacional para el Seguimiento del Plan Decenal de Educación, y amigo mío (entre otros muchos títulos), me preguntó en una de las primeras reuniones de la Red de 2009:
Andrés.(Voz en off.) Adrián, ¿usted por qué sigue viniendo?
Adrián.(A Andrés.) … No sé.
Andrés.(Voz en off.) ¿Cierto? Yo tampoco.
Adrián. – Pero ahí vamos, consiguiendo amistades, sintiendo que hacemos algo por la ciudad, gastando dinero en pasajes, caminando desde el centro hasta acá, estudiando burocracia aplicada, aprendiendo sobre leyes, desarrollando capacidad discursiva, enojándonos con los errores gramaticales de los compañeros, y por la misma refunfuñando de los errores gramaticales de Hans, comiendo refrigerios, haciendo fila en la entrada para registrarnos, y romper el inútil papelito del registro,… Escribiendo artículos al respecto porque quiero promocionar el proyecto y porque es una de las cosas que hago, y en este blog muestro las cosas que hago. A finales del año pasado recibimos una muy buena capacitación sobre formación de redes, y no de redes matemáticas (eso lo veré con deleite en mis cursos de topología), ni de redes ictiológicas (de hecho ese texto forma parte de un curso que dicto), sino de las terceras, las redes de personas trabajando, y a medida que el tiempo avanza (y ojalá no hacia el infinito) el trabajo converge a resultados en la mejoría de la ciudad.
Y hay otras redes, claro: una famosa es el ubicuo conjunto de todas las páginas electrónicas; otra puede ser la de la araña; la forma inglesa de nombrar al color rojo;… y dice la Gran Enciclopedia Espasa 2005: «9 Conjunto de personas relacionadas para un fin común, por lo general de carácter secreto, ilegal o delictivo.» ¡Esto es legal! ¡Lo juro!
¡No soy un delincuente! (La e se mantiene durante un tiempo. Adrián cae arrodillado. Una red se cierra a modo telón.)

martes, 14 de julio de 2009

Ĉu Vi komprenas?

[La entrada de Michael Ende me está quedando larga, larga. Y eso me gusta, pero me obliga a posponerla, por lo que prometo que dejaré de prometer siempre el tema de la siguiente entrada. Pero como no quiero dejar esperando a mi blog (no a los lectores, que sé que no hay muchos y al parecer ninguno frecuente), preparo otra entrada poderosa, con un comienzo matemático que espero que no asuste; es sólo el primer párrafo y el resto va relajado con términos que cualquier entendido en gramática básica comprenderá fácilmente.]

Partiré de que todos mis lectores saben lo que es matemáticamente una función. Ahora, sea F el conjunto de fonemas

F = {a,b,ʦ,ʧ,d,e,f,ɡ,ʤ,h,x,i,j,ʒ,k,l,m,n,o,p,ɾ,s,ʃ,t,u,w,v,z}

en correspondencia con el Alfabeto Fonético Internacional. Y sea G el conjunto de grafemas

G = {a,b,c,ĉ,d,e,f,g,ĝ,h,ĥ,i,j,ĵ,k,l,m,n,o,p,r,s,ŝ,t,u,ŭ,v,z}.

Si alguien quiere ponerse a contar la cantidad de elementos de estos dos conjuntos, notará que son equipotentes, es decir, tienen la misma cantidad de elementos; es decir, matemáticamente, que se puede construir una función biyectiva entre ellos. ¿Y qué es una función biyectiva? El sueño de cualquier persona que quiera aprender un idioma fácilmente; sueño que casi nunca se cumple. Sea f una función de F en G, que a cada elemento de F le asigna el elemento de G que está en su misma posición tal como están ordenados arriba los conjuntos, de izquierda a derecha (o al contrario, da lo mismo); o sea, por ejemplo, f(a) = a, f(ĥ) = x, f(c) = ʦ, y así. Se notará de inmediato que si tomamos dos elementos distintos de F, obtendremos con f dos elementos distintos de G sin importar qué de F cojamos: cada elemento de F es enviado en un elemento distinto de G, lo que significa que f es una función inyectiva. También, si tomamos un elemento de G, sea el que sea, podemos encontrar un elemento en F al que le corresponda el de G por medio de f: todo elemento de G es imagen de uno de F, lo que significa que f es una función sobreyectiva. Y una función que sea inyectiva y sobreyectiva, se llama biyectiva; así de fácil. Más fácil aún, sin tanta vuelta: esta función f es biyectiva si a cada elemento de F le corresponde uno y sólo uno de G, y viceversa. Sucede, ¿no? Y como estamos hablando de fonemas y grafemas, esto significa que podemos representar cada fonema con un grafema, y al leer algo sabremos exactamente cómo se pronuncia, y al escuchar algo sabremos exactamente cómo se escribe, y adiós a los problemas de ortografía. ¿Lo veis? Es el sueño de un aprendiz de lenguas facilista. Hasta donde yo sé, ninguna lengua natural funciona de esa manera; pero hay unas cuantas lenguas artificiales que sí, y una de esas la hablo, y, permitidme la jactancia, lo hago muy bien. No me jacto de ello para ganar gemidos, sostenes y vituperios, sino para al menos decir que tengo suficiente criterio para hacer un buen artículo sobre esta lengua: el famoso esperanto.

A la función construida en este párrafo le llamo la Primera Biyección Fundamental del Esperanto. La Segunda Biyección Fundamental del Esperanto es más sencilla. Sólo hay cinco vocales, a saber, "a, e, i, o, u" (recordemos que los fonemas /j/ y /w/ son semivocálicos), y la cantidad de vocales de una palabra es exactamente la cantidad de sílabas que tiene, lo cual es una consecuencia inmediata de la Primera Biyección. Por ejemplo, la palabra “balai” (barrer) tiene tres vocales, luego tres sílabas, y se pronuncia /ba’la.i/; la palabra “taŭrejo” (circo de toros) también tiene tres vocales, tres sílabas, y se pronuncia /taw’ɾe.jo/. Además, toda palabra (salvo si monosílaba, claro) es grave: su sílaba tónica es la penúltima.

Ya vimos la simplísima fonética. El resto de la simplísima gramática la explicaré brevemente, dejando la enseñanza completa a la enorme cantidad de cursos, en especial a la pequeña cantidad de buenos cursos, que pululan en la red cual banderitas tricolores en un veinte de julio colombiano.

Bandera verde
La Tercera (y última) Biyección Fundamental del Esperanto va en la sección de morfología, o las normas que determinan la función gramatical de una palabra solita. Tomemos el conjunto de sufijos S = {~o,~a,~e,~i}, y el conjunto de clases gramaticales C = {sustantivo, adjetivo, adverbio, verboide infinitivo}, y haciendo corresponder un elemento de S con uno de C de la misma forma en que relacionamos los de F y G anteriormente, tendremos todo lo que necesitamos para saber qué clase de palabra nos hemos topado si es que su terminación es una de las de S. Si no, quedan pocas posibilidades, que son los verbos conjugados (sin irregularidades) y los casos de declinación (sólo hay nominativo y acusativo, terminando el segundo en ~n). Sólo por poner un ejemplillo, doy la frase “Granda hundo intencas manĝi avide pomon.” (“Un perro grande tiene la intención de comer ávidamente una manzana.”), en la que podemos ignorar el “intencas” y ver que hay un adjetivo, un sustantivo, un verbo, un adverbio y otro sustantivo, éste en su forma de acusativo (el que recibe la acción). Esta Tercera Biyección se extiende a más sufijos, pero por ahora basta con éstos, creo yo. Y he de advertir que existen algunos adverbios que no terminan en ~e por ser algo así como «adverbios por excelencia», como es el caso de “morgaŭ (mañana, el día siguiente a hoy), “preskaŭ” (casi), “ankaŭ” (también) y otros por el estilo.

Esto ya está un poco largo y lo que podría publicar en esta misma entrada sería lo mismo que se puede encontrar en cualquier página relacionada: historia del esperanto, más gramática, referencias a literatura,… Pero eso mejor lo dejo para extenderme y entretenerme en otras entradas.

Así que seguiré publicando sobre el esperanto, entradas lingüísticas y literarias. No escribiré un solo artículo dedicado exclusivamente al denominado «movimiento esperantista», con lo que me declaro en contra de utilizar el esperanto para hablar del esperanto, como lo hacen muchos, sin notar el hecho de que es una intención de “lengua universal”, con la que hay de hablar de todo. Por eso tengo un blog en esperanto, un poco descuidado, en el que no publico sobre el esperanto. Y por eso, entre otras cosas, este artículo que sí es sobre el esperanto está escrito en español. Os invito a conocer más este idioma, a aprenderlo un poco,… Sirve para comunicarse con gente en todo el mundo y viajar por todo el mundo (explorad Pasporta Servo), para ayudar a estas cuestiones de unión mundial y respeto por las lenguas de las que hablan los “esperantistas”, y, por lo menos, para obtener buenos conocimientos de gramática generativa, estudio de lo más útil para aprender cualquier idioma.

Se me ocurrió en algún momento ponerle como título a este artículo Esperanto para matemáticos, o algo parecido, pero me pareció que asustaba un poco. Los lectores dirán, con los comentarios que os pido que escribáis; el título que dejé, Ĉu Vi komprenas?, es la forma en esperanto de preguntar “¿Entendéis?” Por cierto, ya casi es veinte de julio y tengo la costumbre (traicionera a mi no-nacionalismo) de salir a contar banderas, y busco quién se me pegue al paseo, sólo por caminar un rato y cambiar de rutina. Informes aquí.

sábado, 4 de julio de 2009

Medio partido y cortado

Los dos primeros días estuve tranquilo porque llevaba una frecuencia de entrada cada tres días. El siguiente día el computador lo tenía mi hermano, el siguiente estaba estudiando para un examen y el siguiente estaba en un examen. No tengo por qué excusarme, pero no sabía cómo comenzar la entrada, y no es que me haya parecido esto un comienzo magnífico ni mucho menos, pero algo había que hacer.

No me gusta ir directo al punto cuando se trata de escribir estos artículos; se escribe más si se dan unas cuantas vueltas ante cada cosa importante, por lo que no podía permitirme comenzar con un “A través de la historia los escudos de armas han…” o algo parecido. Podrá notarse a qué me refiero al ver que la mitad de la primera parte de este artículo, Me escudo en mi inutilidad, está dedicada a responder un par de preguntas pendejas. Y por esta vez considero ya haber dado suficientes vueltas, así que ahí vamos.

Sigamos con lo que se llaman “particiones del campo”, una de las cuales da nombre al artículo. En la imagen, extraída del libro, está dicho todo:

Particiones

Ya di en la primera parte los datos del libro, remito allí a quienes no los conozcan. Dato importante: la derecha del observador es la siniestra del escudo y viceversa con la diestra, por aquello de que el escudo era portado por alguien detrás de él.

Mi partición favorita es el terciado en perla, que está en esta imagen de or, sinople y argén, que quiere decir amarillo, verde y blanco. Ésos son los nombres que se le dan a los colores del escudo, separados en esmaltes y metales, más los forros. No será necesario poner la imagen de los esmaltes, y más bien me pongo a jugar con la que ya está:
Gules es rojo, como la mitad siniestra del partido.
Azur es azul, como la banda del terciado en banda.
Sinople es verde, como la puntica esa del cortinado.
Púrpura es morado, como los cinco cuadritos del de puntos equipolados.
Sable es negro, como el palo del terciado en palo.
Anaranjado es anaranjado.
Hay otros esmaltes, pero los más importantes son éstos y carnación, que suena sádico y viene siendo el rosado.
Los metales son or y argén, amarillo y blanco respectivamente, como, respectivamente, en la diestra del partido y en la parte baja del cortado. También está el acero, que es el gris, pero en este libro no se ilustra.
Hay dos tipos de forros: los armiños y los veros. Acabo de intentar explicarlo pero lo borré porque encontré más fácil poner la referencia del glosario:

Forros: Se dividen en armiños y veros. Se denomina armiño al campo blanco sembrado de manchitas negras que rodea al escudo; y veros, a las copas o vasos en formas de campanitas disgregadas sobre un campo blanco. Si las manchitas son blancas sobre campo negro se denomina contraarmiño, y contraveros, cuando las bases de las campanitas están unidas entre sí.

Por último, las piezas honorables. Son partes del campo, dibujos que no representan objeto alguno. Estos pedazos rojos tan mal escaneados (mea culpa y mea pereza de corregirlo o intentarlo de nuevo):

Piezas honorables

Éstas son la piezas honorables de primer orden. Alteraciones homotéticas de ellas son las piezas de segundo orden. Insisto, viva la perla, la orla se ve muy bien, y el escusón es un excelente truco para desafear un cuartelado en cruz; y es que todo el mundo cuartela en cruz su escudo personal, cuando le da por inventar uno. Observen la banda y la barra; la conocida banda presidencial se llama así por la orientación que lleva; si un analfabeta osase ponérsela al revés, le quedaría una barra presidencial, como la barra que separa enlaces internos en las direcciones URL.

Disculparéis que casi no publico de nuevo, pero al principio digo qué me ocupó los primeros días, y los demás, he de confesarlo, he estado distraído en otras cosas, fundamentalmente viendo todos los capítulos de Ranma ½, aquella serie de anime del muchacho que se vuelve muchacha; ya me faltan como dieciocho capítulos para acabar la séptima y última temporada. Lo que logra en vacaciones un desocupado con certificación… Y como he decidido coger de costumbre, adelanto la próxima entrada. Será sobre un cuento de Michael Ende con el que tengo una tarea pendiente, y esta enunciación me ha de servir como impelente para cumplirla.