viernes, 5 de junio de 2009

Sal yodada: mea culpa

Cuenta la leyenda que existían hace no mucho tiempo –y aún quedan algunos pocos– hombres y mujeres con cuellos prominentes que en algunos casos parecían ausentes y los más drásticos tenían mayor diámetro que la cabeza. Se le llama a estos individuos los "cotudos". Su aspecto se debía a una enfermedad hereditaria relativa a un órgano ubicado en el cuello que se inflamaba, y que además de crecer en sí mismo traía otra serie de problemas: fatiga constante y rápida; problemas de crecimiento que se daban en áreas selectas, cualesquiera, del cuerpo, o en todo; falta de apetito... La enfermedad consistía en que tal órgano, que era una glándula, segregaba menos sustancia de la que debería (era de otros el caso de que segregaba más). Mucho tiempo vivió la enfermedad sin ser caracterizada –sea la superstición divina el culpable–, hasta que, en el siglo decimonoveno, alguien la determinó y fue hallada su cura. El yodo. Se le aplicó esta sustancia al condimento más común, la sal, para prevenir el llamado "hipotiroidismo". Sin embargo, esto sólo previene en parte su desarrollo, mas no su obtención hereditaria. Entonces desarrollaron unas pastillas que deben ser tomadas todos los días en ayunas y debe hacerse un control periódico mediante exámenes de sangre para determinar el estado del proceso. Cierto día, uno de estos exámenes, aplicado a mi sangre, finalmente reveló normalidad.

Esto —en su versión más primitiva— lo escribí, precisamente, en la hoja que mostraba la normalidad como resultado de mi examen. Y hoy, precisamente, recibí los resultados del último examen, realizado con sangre del miércoles pasado, y que fue doble, para tiroides y glicemia; lo peor de que me hayan chuzado ambos brazos no fue el dolor, que es poco y ya estoy acostumbrado, sino, primero, que me pusieron sobre cada punzada una horrible curita de Shrek; y segundo, que cuando le pedí amablemente a la experta en perforaciones dérmicas que pusiera las respectivas virgulillas sobre mi nombre, me miró feo, tapó el bolígrafo enfáticamente y guardó el papel invitándome con la mirada a retirarme. García de la Concha y compañía le preparen una emboscada que incluya extracciones de sangre por goteo. En cuanto a los resultados: bien de glicemia, medida en miligramos por mililitro; bien de T4, medida en nanogramos por mililitro, y TSH sólo cero, veintitrés (0.23, según mi capricho de notación textual) unidades elevado. Las unidades de TSH son una cosa abreviada como mIU/mL, que significa claramente “unidades de algo por mililitro”. No tengo idea de qué es ese algo pero sé para qué sirve la hormona.

TSH es una sigla proveniente del inglés Thyroid-Stimulating Hormone, y se le conoce en español como “hormona estimulante de la tiroides” o “tirotropina”. Y resulta que yo produzco más de esa cosa de lo que debería. Pero no es muy grave, los niveles normales son entre cero, veintisiete y cuatro, veinte (con cifras significativas) unidades de esas, y lo tengo en cuatro, cuarenta y tres, sin contar que el examen anterior mostró tres, treinta y seis o algo así, y teniendo en cuenta que alguna vez, hace ya varios años, me salió uno con más de treinta y seis. A mi padre los primeros le salían por más de cien; eso sí es preocupante.

La cuestión es que esta hormona ayuda a que las tiroides funcione bien. Y la tiroides es a su vez una glándula ubicada justo tras la tráquea que segrega dos hormonas: tiroxina o tetrayodotironina (T4, la de mi problema) y triyodotironina (T3), ilustradas respectivamente a continuación:

TiroxinaTriyodotironina 

(Si alguien sabe qué significa el enlace ondulado en la representación de la T3, le agradecería que me contara, que yo no he podido determinarlo.) ¿Por qué, podrían preguntar los lectores, si produce más TSH, se le llama hipotiroidismo a la enfermedad? Porque este alto nivel de producción de TSH es consecuencia de la baja producción de T4. La TSH actúa como un arriero (uno respetuoso, que puya por el cuello) que impele el funcionamiento de la glándula tiroides. Y si la glándula tiroides funciona poco, el arriero ha de puyar más fuerte. Y eso siempre trae consecuencias no siempre agradables, como las siguientes:

1. La glándula se inflama, lo que conlleva a tener un cuello prominente y caer dentro de la categoría de los cotudos (a la que por fortuna no pertenezco).

2. Como la T4 es una hormona estimulante del crecimiento, y la TSH se encarga de la regularidad de este crecimiento, sus irregularidades generan deformaciones. (La única que me conozco es una leve torcedura de nariz hacia la izquierda que muy seguramente se debe a alguna otra clase de accidente; probablemente haya más, y yo he querido mantenerme ciego. Además poseo la envidiable cualidad de que por mucho que coma no engordo.)

3. La T4 también estimula la producción de energía, y una persona con hipotiroidismo se cansa rápido y suda bastante (y de esto sí soy desafortunada víctima, pero sólo mientras no consuma mi medicamento).

4. No puedo comer mucha sal, aunque no veo esto como una desventaja. Resulta que el medicamento me brinda todo el yodo necesario para la regulación de mi problema y si consumo mucho más puedo irme para el otro lado. Ya no hay sal no-yodada, y sí, es cierto, la sal tiene yodo gracias a gente enferma como yo, y por nada más.

El mencionado medicamento debo tomarlo en ayunas y debo esperar más o menos media hora para comer algo, lo primero debido a que el cuerpo debe estar en un estado de relajación máximo, y lo segundo debido a razones que desconozco pero que infiero. Por eso, si me levanto tarde, estoy condenado a llegar tarde a donde tenga que llegar; no me gusta salir sin desayunar, aunque me ha tocado hacerlo, claro. Sólo que hacer eso siendo estudiante de matemáticas es someterse al no entendimiento durante el tiempo que se pase sin comer. Respecto a la consecuencia número tres, alguna vez estuve sin medicamento un par de semanas por pereza de reclamar más, y no pasaba de las dos de la tarde sin estar quejándome de fatiga y apoyándome en cuanto poste consiguiera si estaba en la calle. Desde entonces soy más juicioso con esta cuestión.

No es cosa contagiosa, así que podéis acercaros a mí todo lo que el concepto de espacio personal permita. Y os dejo con la promesa de una entrada sobre escudos de armas que al parecer será dividida en dos porque ya comencé y me he llevado media página en la sola introducción.

1 comentario:

  1. El enlace ondulado de la molécula quiere decir que ese enlace puede estar orientado dentro de la molécula de dos formas distintas indistintamente, haciendo la misma función.

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